Si tiene una enfermedad hepática, mantenerse al día con las vacunas recomendadas puede ayudar a proteger su salud.
Para las personas con enfermedad hepática crónica, contraer una infección puede causar daño hepático grave y dificultar el funcionamiento adecuado del hígado. Una infección puede provocar cirrosis, una cicatrización grave del hígado que puede poner en peligro la vida.
La vacunación es segura y puede ayudar a proteger contra enfermedades graves y complicaciones relacionadas que pueden llevar a la hospitalización e incluso a la muerte.
Si usted es receptor de un trasplante de hígado, las vacunas pueden ayudar a protegerlo de enfermedades prevenibles, lo cual es importante porque la inmunosupresión requerida para proteger su trasplante aumenta su riesgo de infección. La mayoría de las vacunas son seguras y eficaces, pero debe hablar con un profesional de la salud de confianza antes de vacunarse, ya que las vacunas de virus vivos no deben administrarse a los receptores de trasplantes de hígado ni a otras personas inmunodeprimidas.
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¿Qué vacunas necesitan las personas con enfermedad hepática?
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan las siguientes vacunas para las personas con enfermedades hepáticas:
COVID-19
Es importante que todas las personas mayores de 6 meses estén al día con las vacunas contra el COVID-19.
Las personas que tienen enfermedad hepática, especialmente aquellas con cirrosis, tienen más probabilidades de morir de COVID-19.
Los receptores de trasplantes y otras personas con inmunodepresión moderada o grave pueden necesitar dosis adicionales de las vacunas contra el COVID-19. Los anticuerpos monoclonales también pueden ayudar a prevenir la infección por COVID-19 en aquellas personas cuyo sistema inmunitario es demasiado débil para beneficiarse de una vacuna contra el COVID-19.
Hable con un profesional de la salud de confianza sobre si se recomiendan vacunas o anticuerpos monoclonales para ayudar a protegerse contra el COVID-19.
Gripe (influenza)
Todas las personas mayores de 6 meses deben vacunarse contra la gripe todos los años.
Si tiene cirrosis, infectarse con gripe lo pone en mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves relacionadas, incluida la muerte. Un estudio realizado durante un brote grave de gripe en Alemania descubrió que la infección por gripe podría desencadenar insuficiencia hepática en pacientes con cirrosis. Otro estudio encontró que las personas con enfermedad hepática crónica que se vacunaron contra la gripe tenían un 27 % menos de probabilidades de ser admitidas en un hospital.
Existen varios tipos de vacunas contra la gripe, la mayoría de las cuales son seguras y eficaces para las personas con enfermedades hepáticas, incluidas aquellas que han recibido un trasplante de hígado. Sin embargo, los receptores de trasplantes y otras personas inmunodeprimidas no deben recibir la vacuna nasal contra la gripe porque contiene virus vivos (debilitados) de la influenza.
Hepatitis A
Las personas que tienen enfermedad hepática tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves por la hepatitis A. Las personas con enfermedad hepática crónica, incluidas las que tienen hepatitis B o hepatitis C, deben vacunarse contra la hepatitis A.
Hepatitis B
La vacunación es la mejor manera de prevenir la infección por el virus de la hepatitis B y las posibles complicaciones, como el cáncer de hígado. La vacuna contra la hepatitis B se recomienda para las personas que tienen hepatitis C u otras causas de enfermedad hepática crónica. Todos los adultos deben hacerse la prueba de la infección por hepatitis B al menos una vez, y todas las personas en los EE. UU. de entre 19 y 59 años deben vacunarse contra la hepatitis B.
Enfermedad neumocócica
La enfermedad neumocócica es provocada por bacterias que pueden afectar diversas partes del cuerpo y causar afecciones como neumonía (infección pulmonar), bacteriemia (infección de la sangre) y meningitis (infección de las meninges y la médula espinal).
Las personas con enfermedad hepática crónica tienen el doble de probabilidades de desarrollar enfermedad neumocócica invasiva y tienen más probabilidades de ser hospitalizadas o morir debido a la enfermedad neumocócica que la población general.
La vacunación antineumocócica se recomienda para los siguientes grupos:
- niños menores de 5 años;
- adultos mayores de 50 años;
- personas con ciertas afecciones crónicas u otros factores de riesgo, incluidas aquellas con enfermedad hepática
Tétanos, difteria y tosferina
Se recomienda que todas las personas mayores de 2 meses se vacunen contra el tétanos, la difteria y la tosferina (pertussis) En los Estados Unidos, la mayoría de los bebés reciben una vacuna combinada llamada DTaP (difteria, tétanos y tos ferina acelular). Asimismo, los adultos, los niños mayores y los adolescentes deben recibir un refuerzo de la vacuna combinada, Tdap (tétanos, difteria y tosferina acelular) o Td (tétanos y difteria), cada 10 años. Además, las mujeres embarazadas deben recibir una dosis de la vacuna Tdap durante cada embarazo.
Estas vacunas combinadas protegen contra 3 enfermedades potencialmente graves:
- El tétanos puede causar espasmos musculares graves, lo que lleva al "bloqueo" de la mandíbula, lo que dificulta abrir la boca o tragar y, en casos graves, las infecciones por tétanos pueden provocar la muerte
- La difteria puede causar problemas respiratorios, insuficiencia cardíaca, parálisis y, en ocasiones, la muerte
- La tos ferina puede causar ataques de tos tan intensos que puede ser difícil respirar, dormir o comer, y puede ser mortal para los bebés.
Otras vacunas que puede necesitar
Consulte con un profesional de la salud de confianza sobre otras vacunas que pueda necesitar, según su edad y otros factores. Tenga en cuenta que las personas inmunodeprimidas, incluidos los receptores de trasplantes de hígado, no deben recibir ninguna vacuna que contenga virus vivos (debilitados).
Si el profesional de la salud no le indica las vacunas que necesita, pida una derivación para asegurarse de recibir todas las vacunas recomendadas.
Actualizado en octubre de 2024
Fuentes: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Fundación Americana del Hígado