
Menos mal que era mi turno esa noche.
Estoy transpirada y malhumorada. Hace cinco horas que estoy con el equipo de protección personal (EPP) completo (bata, mascarilla, protector facial, guantes). Cada vez que exhalo, mis anteojos y mi protector facial se empañan. Solo siento el sabor del aire viciado al inhalar y exhalar a través de mi mascarilla.
Recibo una llamada. Recibir una llamada es habitual, ya que el refugio recibe llamadas todo el tiempo para recibir derivaciones de personas sin hogar que son COVID-19 positivas y necesitan un lugar seguro para recuperarse. Pero esta llamada fue inusual. Una madre primeriza y su bebé de dos semanas con COVID-19 se dirigían al refugio. Hasta ese momento no habíamos recibido niños, y mucho menos un bebé. En su mayoría recibimos hombres, y la mayoría de ellos han estado viviendo en las calles o han sido parte del sistema de refugios durante mucho tiempo.
¿Qué voy a hacer con un bebé? Comienzo a recordar la capacitación que realicé sobre NFP (Nurse Family Partnership, un programa de visitas domiciliarias para padres recientes y futuros y bebés) y reviso una lista de verificación de lo que necesitaremos y cómo podemos obtenerlo: sin dudas una cuna portátil, y quizás algo de ropa y mantas... ¿Estará amamantando? Será mejor tener leche de fórmula por si acaso. Llevo una camilla a una habitación que esté apartada del área de hombres. Dios mío, acaba de parir hace apenas dos semanas... ¿Cómo puedo hacer que se sienta más cómoda? Necesitará toallas, artículos de tocador y quizás también algunos bocadillos... ¡Chocolate! Necesitará mucho chocolate. Creo que estamos listos, o tan listos como podemos estarlo en estas circunstancias. Ahora tengo calor y estoy transpirada. ¡Estas batas de plástico son TAN calurosas!
La saludo a ella y al bebé en el taxi, la ayudo a llevar el asiento del automóvil y la bolsa de pañales y los acomodo en su habitación. Luego escucho su historia: una cesárea, el alta a casa, la pelea con el padre de la bebé, irse de su hogar para vivir con una tía, la bebé tiene 105 grados de fiebre, y hay que llevarla a la sala de emergencias. Tiene COVID-19, ¿cómo se contagió? Se tuvo que quedar en el hospital durante tres días, la tía no las quiso recibir nuevamente cuando les dieron el alta y tampoco podía volver con el padre de la bebé.
Así que ahora está aquí y solo quiero abrazarla, pero no puedo por este virus. En cambio, escucho y reflexiono. Admiro su gracia y fortaleza. Le digo que es una buena madre por cuidar a su bebé y hacer lo que debía hacer, a pesar de las circunstancias extremadamente difíciles.
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