Historia real de María sobre el COVID-19

Soy María Young y sobreviví al COVID-19 grave.

En octubre de 2020, todos esperábamos con ansias que desarrollaran las vacunas contra el COVID-19. Era una mujer sana y activa de 41 años que entrenaba rigurosamente, hacía yoga y trabajaba como directora de servicios de conferencias. Aun habiendo tomado las precauciones necesarias, me contagié de COVID-19 y me enfermé gravemente. Después de dos pruebas de PCR negativas y un alta hospitalaria, llamé a una ambulancia. Mi nivel de oxígeno estaba en un 40 por ciento cuando debería haber estado por encima del 90. Después de 12 días en un hospital local con varios tipos de máscaras de oxígeno, me sedaron, me intubaron y me trasladaron al Hospital Johns Hopkins en Baltimore. Allí, me conectaron a un respirador y a una ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea), que es la forma más agresiva de soporte vital que solo está disponible en menos del 10 por ciento de los hospitales de EE. UU.

No esperaban que sobreviviera. Pasé casi tres meses completamente sedada y a menudo sin poder moverme. Durante mi internación, sufrí varios colapsos pulmonares, un coágulo de sangre, una lesión ocular grave y varias infecciones. Además, sufrí de abstinencia por drogas, delirio y desmotivación. Por último, recibí tres transfusiones de sangre. Mi familia no pudo verme durante casi tres meses. No recuerdo nada desde principios de noviembre de 2020 hasta mediados de febrero de 2021. A medida que me recuperaba, tuve que volver a aprender a caminar, hablar, tragar y ganar autonomía.

El día que me dieron el alta, mis padres y mi hermana recibieron su primera dosis de la vacuna bivalente de ARNm de Pfizer-BioNTech. Esa misma semana perdimos a un familiar cercano por COVID-19 en Ecuador, antes de que pudiera vacunarse.

Me complace decir que ahora estoy al día con mis vacunas contra el COVID-19. A raíz de mi enfermedad, he iniciado una organización sin fines de lucro llamada Maria's Miracle, que se dedica a financiar la capacitación médica en cuidados intensivos y a apoyar a las familias y pacientes que están bajo tratamiento con la técnica ECMO o recuperándose luego de internaciones prolongadas en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital. También trabajo como defensora de las vacunas con organizaciones nacionales sin fines de lucro, como Vaccinate Your Family y la National Foundation for Infectious Diseases, para que las personas tomen conciencia sobre la gravedad del COVID-19 y la importancia de la vacunación.

Comparto mi historia no para infundir miedo, sino para mostrar los riesgos de este virus y hacer hincapié en que la vacunación es nuestra mejor protección. Jamás imaginé que estaría a punto de morir de COVID-19. A raíz de mi enfermedad, mi vida nunca será la misma. Espero que mi historia pueda servir de lección para otros.

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