
Recuerdo el día que me enfermé. Era invierno y fui a encontrarme con un amigo en Fisherman's Wharf, San Francisco. Estaba lloviendo. Tal vez me dio un escalofrío. Lo único que sé es que al día siguiente empecé a toser y me empezaron a doler los pulmones. Supuse que era un resfriado o tal vez una gripe. Pero un amigo me convenció de que realmente debía ir al médico porque me dolían mucho los pulmones.
Viaje a la sala de emergencias
Un amigo me llevó a la sala de emergencias. Cuando el médico me vio, usó una jeringa grande para succionar el líquido que tenía. Eso me asustó. Para ese momento, sentía como si alguien me estuviese clavando un cuchillo en la espalda.
Internación en el hospital
Recuerdo que unas enfermeras me acostaron en una camilla para hacerme unos estudios. Para ese momento estaba muy incómodo porque sentía dolor en la espalda y también era difícil respirar acostado. Me pusieron una máscara en la cara y entré en pánico porque era muy difícil respirar.
Cuando recibieron los resultados de los estudios, un médico vino a explicarme que tenía algo llamado "empiema", que es una complicación de la neumonía bacteriana en la que el pus de la infección se acumula en el espacio pleural de los pulmones. Me aseguró que me iba a ayudar, pero me dijo que necesitaba una cirugía de inmediato para eliminar la bacteria del pulmón. Lo aterrador era que estaba cerca de mi corazón, y no tenían forma de saber si estaba dañado hasta que me abrieran. Era mucho para asimilar.
Así que tuve que quedarme en el hospital para operarme, lo que requería tanto un cirujano torácico como un cardiólogo. Después de la operación tardé un tiempo en recuperarme. Recibí terapia respiratoria en el hospital para recuperar la fuerza en mis pulmones. Recuerdo que soplaba mucho en un tubo.
Muchos de mis amigos vinieron a visitarme y a animarme, especialmente después de mi cirugía. Nunca supe hasta después de salir del hospital que pensaban que me iba a morir. Ya era delgado y después de la cirugía perdí el apetito, así que perdí unas 10 libras. Incluso mi papá pensó que podía morirme. Estaba muy enfermo y todo sucedió muy rápido. Nunca me di cuenta de lo enfermo que podía estar.
Mi médico me dijo que tuve suerte. Desde que era más joven, siempre pude sanar bastante rápido. Pero, aun así, estuve un mes en el hospital y tuve 2-3 meses de recuperación una vez que regresé a casa. Según mi médico, si hubiera sido 15 años mayor, podría haber estado en el hospital durante 3-6 meses en lugar del mes que estuve allí.
El mensaje de Mark sobre la vacunación contra la enfermedad neumocócica
Ahora me he vacunado contra la neumonía. En ese entonces, realmente no sabía nada al respecto a pesar de que era fumador, lo que me ponía en una situación de mayor riesgo. He visto lo que me podía pasar cuando era joven y saludable. Cualquier persona mayor podría enfrentar meses en el hospital si tuviera una complicación como la mía, o en el peor de los casos, morir. Si vacunarse puede ayudar a prevenirlo, estoy totalmente a favor de hacerlo.
Adquirido de www.shotbyshot.org
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