La historia de Sonya (COVID-19)

El 8 de diciembre de 2020, mi mamá no se sentía bien y la tuvieron que llevar de urgencia al hospital. Cuando los médicos me dijeron que tenía COVID-19 y neumonía, se me hizo un nudo en el estómago. Era una situación difícil porque, además, estaba luchando contra un cáncer de mama en estadio 4 por segunda vez. Hablé con ella al día siguiente, y sonaba bien; estaba de buen ánimo, así que me dejó más tranquila.

El 10 de diciembre de 2020, mi mamá no contestaba el teléfono, así que pensé que estaba durmiendo. El 11 de diciembre de 2020, me comuniqué con el personal del hospital y les dije que quería escuchar la voz de mi mamá, así que me dejaron hablar por videollamada con ella. Estaba muy desorientada y pensé que se debía a los medicamentos. Hablamos durante unos 15 minutos y nos dijimos que nos amábamos antes de cortar la llamada. Más hacia la noche y a la mañana siguiente, vomitó y comenzó a tener dificultades para respirar, por lo que tuvieron que conectarla a un respirador.

Los médicos empezaron a decirme que mi madre se estaba muriendo y que debía llamar al hospicio. Les pedí que hicieran todo lo que estuviera a su alcance para ayudarla porque no estaba lista para dejarla ir. Todos los días o día por medio me llamaban y recibía un parte médico. Cada vez que veía que me llamaban desde el hospital, se me helaba el corazón porque no sabía lo que me iban a decir.

El fin de semana del 10 de enero de 2021, las enfermeras y los médicos me llamaron y me dijeron que la presión arterial de mi mamá estaba bajando mucho. Era una tortura. En ese momento supe que era hora de tomar una decisión. Luego, esa misma noche, comencé a buscar diferentes oraciones que dijeran que era hora de dejarla ir. Encontré una que se llamaba "Mamá". Recité esa oración alrededor de las 11:00 p. m. del 10 de enero, y a las 2:05 a. m. del lunes 11 de enero de 2021, me llamaron y me dijeron que mi mamá había fallecido.

Sentí que Dios y mi mamá estaban esperando que yo aceptara que ella no iba a mejorar. Dios sabía que me sería difícil pedirles a los médicos que la desconectaran del ventilador y llamar al hospicio, así que se adelantó y decidió llevársela consigo. La extraño tanto, pero sé que, al menos, ya no siente dolor. Continuaré honrando a mi mamá y criando a mis 2 hermosos hijos.

¡Larga vida a mi mamá!

Espero que mi historia pueda ayudar a otras personas.