Melissa Geraghty, su historia sobre la bacteria Clostridioides difficile

A principios de 2018, me diagnosticaron Clostridioides difficile. No sabía mucho sobre la Clostridioides difficile, excepto por el hecho de que las personas podían contraer la infección en un hospital y que podía afectar a adultos mayores. Pero me equivocaba.

Después de estar enferma durante unas 8 semanas con síntomas que empeoraban, finalmente programé una consulta con mi médico. Me recetaron antibióticos y no tuve ningún problema. Unas semanas después de eso, mis síntomas empeoraron nuevamente. Me recetaron una segunda ronda de antibióticos con cierta vacilación. Digo con cierta vacilación porque en ese momento entendía algunos de los riesgos de tomar antibióticos, pero también había estado enferma durante mucho tiempo. Soy una paciente compleja, así que cuando estoy enferma, me pongo muy mal y ello empeora todos mis síntomas. Solo quería volver a como estaba antes, así que acepté tomar la segunda tanda de antibióticos.

En medio de la segunda tanda de antibióticos comencé a sentirme muy mal. Lo peor fue que al principio ignoré los síntomas porque creí que se debía a un brote del síndrome del intestino irritable (SII). Pensé que los antibióticos estaban causando esos síntomas; algo que suele ser común para muchas personas. Pero después de no dormir, intensos espasmos musculares en todo el cuerpo, sudores calientes, sudores fríos, un ataque de migraña peor de lo normal, dolores punzantes peores de lo normal en el estómago y la vejiga, y diarrea frecuente, estaba claro que algo no andaba bien.

Al día siguiente, cuando los síntomas empeoraron aún más, supe que debía ir a la sala de emergencias, pero no quería hacerlo. No quería sentir que tenía que justificarme en la sala de emergencias y tener que explicar que no soy una "paciente frecuente con dolor" y que no estoy allí solo para que me receten analgésicos. En ese momento, mi familia se preocupó mucho por los síntomas que tenía. Con mi cuerpo destrozado, sin dormir y con los ojos llorosos, me dijeron que tenía que ir a la sala de emergencias, ya que mis síntomas parecían graves y no eran típicos incluso para alguien con afecciones tan complejas como yo. Entonces, decidimos ir.

Llegamos a la sala de emergencias y había más de 30 personas en la sala de espera. Así que abandonamos la sala de emergencias y cruzamos la ciudad hasta una clínica de urgencias. Me atendieron en 20 minutos. Los profesionales de la salud de urgencias fueron excelentes. No dieron por sentado que todos mis síntomas se debían simplemente a un empeoramiento de mis condiciones habituales. Tomaron mis signos vitales y una muestra de sangre y heces. Me pusieron una inyección para el dolor, me dijeron que dejara de tomar antibióticos, que tomara probióticos y que me mantuviera hidratada. Me aclararon que si algún síntoma empeoraba debía ir a la sala de emergencias.

A la mañana siguiente, después de que procesaran la muestra de heces por completo, llamaron con el diagnóstico de Clostridioides difficile y me dieron medicamentos de inmediato. Por extraño que parezca, la Clostridioides difficile se trata con antibióticos. Estos antibióticos vienen con una extensa lista de efectos secundarios y etiquetas de advertencia serias como "puede causar enfermedades cerebrales" y "se ha demostrado que causa cáncer en ratones y ratas si se utilizan a largo plazo". No es muy reconfortante. Desafortunadamente, quizás debido a la complejidad de mis afecciones médicas, terminé con microdesgarros en las piernas por este medicamento.

En ese momento, busqué en varios foros en línea y sitios web médicos y aprendí mucho sobre la Clostridioides difficile. Recuerdo que sentía miedo por no saber qué me deparaba el futuro. Pensé en cuántas personas vuelven a tener Clostridioides difficile y cómo algunas de ellas mueren. Pensé en cómo a otras personas les toma años para que sus tractos gastrointestinales se curen. A pesar de todas las incógnitas en ese momento, estaba agradecida de que detectaran la infección a tiempo y de que pudiera recuperarme en casa.

Escribo esto con un doble objetivo:

  • Espero que mi historia pueda ayudar a otros a aprender más sobre los riesgos de los antibióticos y la gravedad de la Clostridioides difficile.
  • Y, sobre todo, no descarte ningún síntoma nuevo por pensar que sus afecciones preexistentes se están agravando. Como siempre, cada persona es diferente, así que discuta sus inquietudes con un profesional de la salud que sea de su confianza.

Sobre todo, vivan un día a la vez, sobrevivientes de la Clostridioides difficile.

Adquirido de la Peggy Lillis Foundation

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