La historia de Susan (VRS)

Como llevo un estilo de vida activo, desde navegar en kayak hasta jugar con mis nietos, no soy una persona fácil de derribar. Después de tener una tos persistente durante más de un mes, supe que algo andaba mal. Fui a ver a mi neumólogo, pero me fui sin un diagnóstico. En cambio, mi médico me dio un inhalador y me recomendó algunas opciones de tratamiento de venta libre.

Con el tiempo, la tos empeoró y causó mucha sibilancia. Regresé al médico y me hicieron la prueba de COVID-19, gripe y VRS. Cuando la prueba dio positivo para el VRS, me sorprendió. Pensé que el VRS era algo que contraían los niños y nunca se me ocurrió que me podría pasar a mi edad. No sabía que podía ser grave, incluso para los adultos.

La tos era tan fuerte que consideré ir al hospital varias veces. Tenía dificultad para respirar, sentía el pecho apretado, fatiga, y me sentía extremadamente mal en general. Incluso tuve que dormir sentada para evitar tener un ataque de tos. Usaba calor y vapor para tratar de sentirme mejor, pero nada ayudaba mucho. Se sentía como una gripe sin la fiebre asociada.

Después de todo lo que pasé, ahora quiero ayudar a crear conciencia sobre el impacto del VRS en las personas mayores. Mi experiencia de contraer el VRS a los 69 años es un excelente ejemplo de los riesgos para la salud que el VRS puede causar a cualquier edad.

Después de mi diagnóstico, seguí experimentando síntomas del VRS, como fatiga, sibilancias, tos y congestión nasal durante varios meses. Continúo teniendo tos productiva 10 meses después de la aparición. Ha sido todo un recorrido hasta volver a mi estado normal de salud, pero estoy feliz de haberlo superado para poder estar activa nuevamente y pasar tiempo con mis nietos, que siempre me tienen en movimiento.

Susan, una defensora de pacientes, vive en el estado de Washington con su esposo.